Sobre las Estructura de Redes de corrupción en Honduras

Las redes que han penetrado en el control de la economía y política hondureña son quizás menos unitarias que las redes de cleptocracias mucho más estructuradas como la de Azerbaiyán o Cambodia En esos países, el sector privado está o estaba dominado casi en su totalidad por miembros subordinados del clan del gobernante. Actualmente, en Honduras, por el contrario, los sectores público, privado y delictivo, si bien están interrelacionados de manera estrecha, son bastante displicentes y mantienen, por lo menos, algo de autonomía.

Por ejemplo, la mayor parte del sector privado moderno (la banca, la producción de energía, la comida rápida y el turismo, las telecomunicaciones y algunos productos de exportación) está en manos de unas cuantas familias cuyos orígenes levantinos comunes los aísla en cierto modo del resto de la sociedad hondureña. Estas familias, los Facussés, los Canahuatis, los Goldsteins, los Kafies, los Laraches, los Nassers, los Rosenthals, entre otras se desplazaron a Honduras del Medio Oriente a principios del siglo XX y se han beneficiado con las políticas económicas post-Mitch. 

Hasta hace muy poco, tendían a casarse de un modo endógeno para preservar, de esta, forma su cultura e identidad diferentes (Dichos matrimonios se pueden interpretar en gran medida como alianzas económicas). Varios miembros han ocupado altos cargos públicos, como Flores, quien era sobrino del anterior patriarca del grupo, Miguel Facussé; la hija de Carlos Facussé, Mary Elizabeth Flores Flake, que fue la embajadora ante Naciones Unidas; o el ex secretario de la presidencia, Yani Rosenthal.

Sin embargo, según la mayoría (pero no el total) de hondureños entrevistados para este estudio, esta línea dominante levantina del sector privado y el elemento del sector público de las redes cleptocráticas de Honduras no son idénticos, más bien están vinculados por una especie de acuerdo entre la élite. «‘Debo contar con alguien que controle al Estado'», un funcionario latinoamericano que trabaja en Tegucigalpa presentaba el punto de vista de la élite. «‘Lo haces para servirme. Estás ahí para garantizar nuestros negocios. A cambio, puedes robar tanto como quieras'». O, en palabras de otro entrevistado de alto rango: «Los políticos están al servicio de la élite económica. Cuando el presidente trata de ser un verdadero presidente y no obedece a las diez familias, hay un golpe de estado».

Expresando el intercambio en términos estrictamente materiales, al parecer diversos canales de ingreso van a parar a diferentes elementos de la red. El saqueo de las arcas del Estado, a través del presupuesto del sistema de salud pública o de contratos de adquisición públicos inflados o de concesiones en beneficio propio para la construcción de una presa hidroeléctrica,5 por ejemplo, enriquece a los miembros del elemento del sector público, así como la extorsión de sobornos. Para obtener ingresos del fraude de adquisiciones públicas, por supuesto que los funcionarios del gobierno o sus familiares tienen que encontrar compañías privadas: empresas farmacéuticas o compañías contratistas, por dar un ejemplo. Por consiguiente, esta sección del elemento del sector privado realmente se superpone con el sector público.

Sin embargo, los elementos dominantes de la red del sector privado cosechan sus ganancias por medio de las leyes, las regulaciones y la implementación selectiva que les garantizan ingresos indebidos. Para los que se encuentran en la cima de la red, cada vez con mayor frecuencia, la recompensa por estos favores oficiales se ha convertido en acciones de las compañías que se benefician, según diversos entrevistados. Pero la opacidad de los registros corporativos y el uso de prestanombres para ocultar la identidad de los verdaderos beneficiarios de dichas acciones hicieron imposible la confirmación de estas sospechas.

Aproximadamente a partir de la década pasada, los círculos de los sectores privado y público de la élite han ido estableciendo, de manera progresiva, conexiones cercanas con las redes delictivas que dirigen el comercio de estupefacientes, al igual que otros tipos de contrabando, como el tráfico de personas. Individuos y familias que han ligado sus fortunas a la función pública brindan ayuda legal o de otro tipo a las organizaciones delictivas, o les garantizan protección e impunidad en sus actividades. En diversos casos, miembros de importantes familias traficantes de drogas han ejercido un cargo local, por consiguiente, conformando un nodo que conecta ambos sectores. Por su parte, miembros de la élite económica proveen servicios de lavado de dinero o participan en empresas conjuntas con organizaciones delictivas.

Por el simple valor monetario, es probable que el sector delictivo empequeñezca a los otros dos. Diversos expertos recomiendan que, por tal motivo, debería entenderse como el elemento dominante dentro de la red cleptocrática de Honduras. Sin embargo, las percepciones y expectativas de la gente común acerca de su gobierno, y su gran deseo por encontrar una manera de trabajar en la economía lícita, indican que la criminalización y el abuso de poder de esos dos sectores podrían afectar la psique nacional con la misma intensidad. Por lo tanto, los tres sectores serán abordados en este estudio como si tuvieran más o menos las mismas consecuencias.

Fuente: Carnegie endowment

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